Colecho con mellizos

Cuando supimos que venían  dos bebés en camino tuvimos que replantearnos algunas cosas, como el cambio de coche o cómo dormiríamos.

Respecto a cómo dormir con dos bebés, la verdad es que lo único que teníamos claro es que queríamos que durmiesen juntos y en nuestra habitación, pero no sabíamos muy bien cómo hacerlo y, entonces, investigando un poco sobre el tema y haciendo memoria apareció la palabra «colecho».

Digo haciendo memoria porque la primera vez que escuché la palabra «colecho» fue hace muchos años por una amiga finlandesa que estaba embarazada y estaba leyendo un libro sobre cómo dormir con el bebé. Ella fue la que me explicó un poco el concepto «colecho» y la que me dijo que en países como Finlandia es la forma habitual en la que los padres duermen con sus hijos (los tres juntos en la misma cama).

Debo reconocer que cuando mi amiga me explicaba esto del colecho, a mi el tema de que los niños duerman con sus padres me pareció un poco extraño la verdad. Pero cuando me quedé embarazada, quizás incluso antes, cuando soñaba con cómo sería mi vida como mamá, empezaron a sonarme en la cabeza palabras como: crianza con apego, crianza respetuosa, colecho, etc.

Si a eso añadimos que cuando me quedé embarazada mi mejor amiga me dejó el libro «Besame mucho» de Carlos González y que empecé a ver vídeos en YouTube y webinares de este archiconocido pediatra, las palabras no es que sonaran ya en mi cabeza, es que se convirtieron en la forma en que supe quería criar y educar a mis hijos.

Así que, una vez supimos que queríamos hacer colecho, la siguiente fase era ver cómo íbamos a poder dormir los cuatro juntos en nuestra cama. ¡Misión casi imposible!

Al final lo que hicimos fue colocar una cuna grande, quitándole una barrera lateral, enganchada a la cama de matrimonio de forma que la cuna se convirtió en una extensión de la propia cama.

Nuestra idea inicial era que los mellizos durmiesen en la cuna juntos de forma perpendicular a la cama para que cupiesen mejor y tuviesen más espacio. Así que antes de que hubiesen nacido los peques fue así como planeamos que dormiríamos.

Pero ¿qué pasó cuando nacieron los mellizos? que no contábamos con las consecuencias de ofrecer lactancia materna exclusiva y a demanda a mellizos y, la falta de sueño que ello supondría.

Cada vez que los peques querían pecho de noche, que era cada 45 minutos -1 hora como mucho desde la última toma, había que; cogerlos, colocarlos en el cojín de lactancia y darles el pecho, después dejarlos en la cuna o la cama y descansar una hora como mucho hasta la siguiente toma. Esto los primeros meses fue durísimo, pero en cuanto los peques cogieron peso y fueron más grandotes descubrí el placer de dar el pecho tumbada.

Pero claro, tumbada solo podía o sabía darles el pecho de uno en uno, así que hice mi siguiente descubrimiento que fue dormir entre ellos e ir girándome de uno a otro según la demanda de pecho.

Conclusión, no acabamos durmiendo como habíamos planeado por «culpa» de la lactancia materna.

Al final, durante casi dos años hemos dormido de la siguiente forma: El peque en la cuna que colocamos enganchada a la cama (porque se mueve mucho, es menos  demandante y necesita más espacio para dormir), yo en el borde de la cama que da a la cuna, la peque a mi lado en la cama (porque es más demandante y más marsupialito) y mi marido al lado de la peque (véase imagen de cabecera de este post). De esta forma podíamos dormir los 4 juntos y yo podía ofrecerles pecho a demanda sin tener que levantarme.

Es evidente que uno no descansa igual cuando duerme solo en una cama que cuando lo hace rodeado de bebés, pero a mi me encanta dormir con ellos y colechar. Pienso que, si todo va bien, tengo toda una vida por delante para dormir con mi marido a solas y, en cambio, solo unos pocos meses, en el mejor de los casos unos pocos años, para compartir mi sueño con mis hijos.

Además, hace apenas dos semanas se soltaron unos tornillos de la cuna y por miedo a que se rompiese la cuna con el peso del peque, mi marido la desmontó a la espera de conseguir esos tornillos. Pero claro, mientras mirábamos de arreglar la cuna o no, teníamos que dormir de alguna manera y la cama para los cuatro se nos queda muy muy justa con lo que se mueven nuestros peques, así que, nos vimos «obligados» a probar el cambio de los peques a su habitación.

Y, mal que me pese, porque lo llevo yo mucho peor que ellos, el cambio a sus camas les ha encantado. Sobre todo al niño que está encantado con el espacio que tiene para poder moverse con libertad mientras duerme. La que peor parada ha salido con el  cambio soy yo que, no solo echo de menos dormir entre ellos, sino que me paso la noche de una cama a otra en función del que me reclama pecho. ¡Un poco locura!

En cambio, para ellos todo son ventajas: Mi marido tiene una cama de matrimonio para él solo prácticamente toda la noche. Los peques me tienen a su lado desde el minuto 0 cuando dicen «mamá teta», enseguida me meto en sus camas con ellos, así que ellos encantados porque yo sigo estando ahí y han ganado en espacio.

Es más, pasados unos días desde el cambio de habitación, quise saber hasta qué punto estaban contentos con sus camas y les di a elegir entre dormir en su habitación o en la cama de matrimonio y lo tuvieron muy claro… Eligieron su habitación.

A mi, por contra, este cambio de pasarlos a su habitación me da mucha pena. No estaba preparada para dejar de colechar todos juntos.

Ir pasando etapas me provoca mucha nostalgia porque no sé si volveré a ser madre, aunque me encantaría, y me da pena pensar que no volveré a vivir el colecho como hasta ahora, los 4 juntos.

Pero bueno, es ley de vida que vayamos avanzando, aunque a mi me gustaría que el tiempo pasase un poco más lento la verdad.

Nota final: Le he enseñado a mi marido el dibujo que he hecho para ejemplificar cómo hacíamos colecho y me ha pedido expresamente que muestre una imagen más real, así que ahí va… jejejejejeejeje

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