Lo peor para mí de ser madre de mellizos: no poder dividirte

Para mí, sin duda alguna, lo peor de ser madre de mellizos es no poder dividirte en caso de ser necesario. En mi caso y hasta la fecha (toco madera) me ha pasado solo una vez.

Fue en febrero del año pasado, cuando los peques tenían 10 meses. Ingresaron a la niña por bronquiolitis y tuvo que estar ingresada una semana. Recuerdo que esa semana fue muy dura, no tanto por lo que tenía la niña en sí que no era grave y sabíamos que se iba a poner buena rápido, sino por no poder atender a los dos peques a la vez. Era imposible.

Me encontré ante una situación para mí durilla en aquel momento. Dos bebés de 10 meses lactantes, aunque ya comían bastantes alimentos complementarios, que se tenían que separar. La niña tenía que quedarse ingresada en el hospital porque necesitaba oxígeno y el niño no podía estar en planta con su hermana porque la habitación era compartida y era un foco de virus para él que estaba sanito.

¿Cómo gestionamos esta separación?

Pues yo me quedé con la niña en el hospital porque era quien más me necesitaba, porque no comía ni tomaba nada que no fuera pecho, y mi marido se fue a casa con el niño y compró leche de fórmula y biberones para sobrevivir a las noches sin teta. Tuvo que comprar leche de fórmula y biberones porque yo no tenía leche materna congelada, ni tampoco teníamos biberones. Está claro que no entraba en nuestros planes tener que separarnos jejeje

Por las mañanas venía mi marido con el niño al hospital y hacíamos cambio. Él se quedaba con la niña hasta que yo comiese o ella pidiese pecho y luego volvíamos a cambiar. Mi marido y el niño se iban a casa a comer y a que el peque hiciese la siesta y por la tarde volvían un rato al hospital. Yo paseaba y llevaba al peque al parque de al lado del hospital y mi marido se quedaba en la habitación con la niña hasta que se hacía tarde o la niña pedía pecho.

Recuerdo que cuando ingresaron a la niña y mi marido se fue con el niño a casa me puse a llorar y no lloraba porque hubiesen ingresado a la niña, era consciente de que era lo mejor para ella y era necesario, sino porque me separaba del niño por primera vez. Hasta ese momento solo me había separado de él para trabajar alguna hora o para ir a alguna reunión puntual, pero nunca nos habíamos separado tantas horas y mucho menos no había dormido junto a él.

También recuerdo que la primera mañana cuando hicimos el cambio mi marido y yo y bajé al vestíbulo a coger al peque, que lo tenía mi suegra, el niño se me abrazó como nunca lo había hecho y reposó su cabecita en mi cuello y de ahí no quiso salir durante unos minutos. Evidentemente, lloré. Sentí una pena horrible por ver que me necesitaba y yo no podía atenderlo como quería.

Por suerte, el ingreso de la niña solo duró una semana y por suerte (toco madera) no hemos tenido que volver a separarnos.

Como curiosidad explicar que pese a lo peques que eran los niños, 10 meses en aquel momento, los dos estaban tristes. Sobre todo el niño, conforme pasaban los días se iba poniendo cada vez más triste, se notaba que nos echaba de menos a su hermana y a mí.

Cuando nos dieron el alta y llegamos a casa los 4 juntos, la niña abrazaba a su padre todo el rato como si quisiera agradecerle que la hubiera llevado a casa. Parece mentira que desde tan pequeños ya entiendan tanto.

Por cierto, respecto a la leche de fórmula y los biberones que compró mi marido para el niño para las noches, el peque dijo que ná de ná, que donde esté la teta de su madre que se quite lo demás. Así que, yo le ofrecía todo el pecho que podía cuando estaba con él en el hospital, según mi suegra lo dejaba hecho un lechoncito porque se ponía hasta arriba y se quedaba luego frito jejejeje

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.