Primera visita con la comadrona y primera ecografía

Este post lo estoy escribiendo el 7 de septiembre de 2018, pero no verá la luz hasta que se confirme que todo está bien y la familia y amigos conozcan la inesperada noticia.

La primera noche después de enterarme de que estaba embarazada apenas pude dormir. Estaba ilusionada a la vez que aterrada y mi cabeza iba a mil por hora.

Mi intención siempre había sido tener más hijos, al menos, uno más. Y había planificado que antes de ir a por uno de los embriones congelados que tenemos, leería algún libro de autoayuda para pasar el embarazo con optimismo y con pensamientos positivos. Quería disfrutar del embarazo con la confianza de pensar que todo va a salir bien, pero este embarazo me pilla fuera de juego y con la sombra muy reciente de lo que les ha pasado a unos amigos muy importantes para nosotros y es que han perdido a su bebé cuando la gestación estaba ya muy avanzada. Lo he vivido muy de cerca. Lo he pasado muy mal, es muy reciente y no sé cómo encajarlo todo.

El caso es que entre incredulidad, nervios, miedos e ilusión ayer tuve la primera visita con la comadrona. Como el embarazo de los peques fue de alto riesgo por ser gemelar siempre me llevaron en el hospital, así que, para mí ir a la comadrona era una experiencia totalmente nueva.

La comadrona que me atendió parecía muy profesional, pero un poco seca para mi gusto. Me hizo preguntas y le expliqué mi historia. Con toda la información, decidió que prefería derivarme al hospital para que me lleven allí el embarazo porque en el parto de los peques sufrí preclampsia leve y dados los antecedentes médicos considera mejor que me lo lleven allí directamente.

El problema con el que nos encontramos es que estoy de casi 9 semanas de gestación y no tengo nada hecho. Así que me dijo que para agilizar los trámites, fuese yo directamente al hospital a llevar el volante de derivación y que si el próximo lunes no tenía hora de visita en el hospital, volviese a ella para programar desde el ambulatorio la analítica del primer trimestre porque voy un poco tarde.

Le comenté a la comadrona que estoy con diarreas desde hace días (como no sabía que estaba embarazada, yo pensaba que era una gastroenteritis o algún otro virus) y me dijo que lo explicase en el hospital al llevar el volante de derivación.

Así que, ayer mismo por la tarde cuando llegó mi marido a casa, nos fuimos de ruta. Primero pasamos a validar el volante de derivación por mi ambulatorio (que no es en el que me había atendido por la mañana la comadrona) y después al hospital.

Una vez en el hospital me comentaron que le darían curso al volante y que esperaban poder decirme algo la semana que viene. Aprovechando que estaba allí, comenté lo de las diarreas y decidieron abrirme una urgencia y que me visitasen.

Me puse muy nerviosa al saber que me visitarían.

Mi marido se alegró de que me fuesen a ver, pero a mi me entraron todos los miedos. Me daba pánico pensar que me dijesen que no había latido o que algo no iba bien. Mientras no te dicen nada, la ilusión está ahí.

Por suerte, no me hicieron esperar demasiado. Entré yo sola a la consulta porque mi marido estaba fuera con los peques y todos no podíamos entrar, claro. Le expliqué al doctor que me atendió que tenía bastantes diarreas desde hacía días y que no sabía si era normal.

Después de hacerme muchas preguntas, el doctor me explicó que si las diarreas no van acompañadas de sangre, dolor abdominal o fiebre no pasa nada. Que entran dentro del cuadro de los síntomas de embarazo, pero que ya que estaba allí me haría una ecografía simplemente para comprobar el bienestar fetal.

Prometo que el corazón me iba a mil por hora.

Nada más introducir el ecógrafo me dijo el médico «mira, aquí lo tenemos». Ví al pequeñ@ solo unos segundos. Me enseñó como parpadeaba el corazón (no lo escuché) y me dijo que por medidas (19mm) coincidía con las semanas de gestación. ¡Qué emoción!

Así que más feliz que una perdiz salí de la consulta. No le pude enseñar la eco a mi marido porque no me la dieron, pero se conformó con confirmar que solo venía un@ jejejejeje y es que, a pesar de que Arán y Ona son trampa porque son fruto de una FIV-ICSI en la que me transfirieron dos embriones, quiero decir que no tenemos mellizos por antecedentes familiares ni nada parecido, hacíamos la broma en casa estos dos días de «¿Te imaginas que son dos?».

Hoy no me han llamado del hospital, así que me tocará volver el lunes a la comadrona para ver si me va tramitando ella la analítica del primer trimestre en el ambulatorio mientras en el hospital deciden si me llevan el embarazo allí o no.

Nervios, ilusión y miedos a partes iguales.

Todavía estoy en una nube de la que espero no bajar 😉

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